lunes, 11 de diciembre de 2017

La Escuela Normal para Maestros de Santa Clara: una institución insigne

Autoras: Hedy Águila Zamora
                Esther Almeida Alonso
Como un homenaje a los maestros normalistas que cursaron sus estudios en la ciudad de Santa Clara, en el centenario de la fundación de la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara[1], se presenta esta síntesis histórica, resultado de los testimonios ofrecidos por ex alumnos de dicha escuela.

Creación y funcionamiento de la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara.
En el período de gobierno de Mario García Menocal se promulgó una Ley fechada 16 de marzo 1915, en la que se aprobaba la creación de Escuelas Normales para Maestros y Maestras que funcionarían en las capitales provinciales. En la provincia de Santa Clara también se llevó a cabo este proyecto.
El edificio para esta escuela, se encuentra situado en la calle Paradero frente al parque de los Mártires próximo a la estación del ferrocarril, entre Maceo y Luis Estévez y por el fondo la calle Garófalo, el lugar seleccionado estuvo ocupado por  militares en tiempos de la colonia, al finalizar el régimen colonial quedó el inmueble para una escuela y una vez inaugurada la Normal, el 21 de octubre de 1916, dicha escuela primaria fue reconocida como anexa y continuó funcionando adscripta a la nueva Normal para Maestros y Maestras para permitir a los estudiantes normalistas realizar sus prácticas pedagógicas en ella.
Cuando se inauguró la Escuela Normal en el año 1916, el edificio actual no estaba terminado; en 1918, al ocurrir el primer cambio de dirección, el segundo director, Dr. Alberto Andino Porro, tramitó la terminación del edificio y le fue concedida por la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Se construyó el área que colinda con el ala izquierda hacia la calle Maceo, esquina con San Pablo (ahora Garófalo), quedó concluido todo el edificio como prescribía la ingeniería pedagógica. “La Normal y su anexa se alojaron cómodamente defendidas por 8 pararrayos, adornadas con jardines y con oficinas, aulas, biblioteca, gabinetes de Física y Química, de Historia Natural, laboratorios de Paidología, museo pedagógico, sala de conferencias”[2], se construyeron también los servicios sanitarios, ubicados en los laterales a la calle Maceo y se pavimentó el patio central.
El edificio tiene una entrada principal que era la usada para los estudiantes de la Escuela Normal, hacia la derecha en la esquina con la calle Luis Estévez se encontraba la de la escuela primaria anexa, estas aulas ocupaban ambos laterales del edificio en su interior. Al subir la pequeña escalinata se entra al recibidor, la dirección estaba y aún permanece hacia la izquierda.

En la planta baja, se encuentran los espacios que bordean el patio, estos  estaban ocupados por la imprenta de la Asociación de Estudiantes y luego usaron la técnica del mimeógrafo y los stenciles. También los talleres para la práctica laboral en los salones de Trabajo Manual (sloyd), donde recibían las clases los estudiantes varones de la Normal y otro salón para las hembras, cuyas manualidades estaban dirigidas a que las muchachas aprendieran costura, cocina, es decir, labores hogareñas.
En el patio central había sembrado un tamarindo rodeado de un muro donde la mayoría de los estudiantes se sentaba para merendar o realizar tareas docentes. Al pie del árbol se vendía merienda, es decir, era el área de recreación y esparcimiento de los estudiantes, en él realizaban prácticas deportivas y culturales.
El claustro se nutría de profesores catedráticos con alta preparación, casi todos con el título de doctor y entraban por ejercicio de oposición convocados por la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.
Cuando se inició esta escuela, lo hizo con 50 alumnos. La matrícula se lograba después de aprobar el examen de ingreso y si se alcanzaba plaza. Se examinaban Español y Matemática, una cada día y la opcional era mediante un bombo, una sola que se avisaba el día antes, A la hoja de examen se le cubría el nombre y apellidos con una precinta y solo se descubría después de calificado, una vez aprobado el examen de ingreso se organizaban los listados con las plazas a otorgar, no todos los aprobados obtenían la plaza, se tenía en cuenta la calificación. Cuando se indicaba aumentar la matrícula se seguía el mismo procedimiento de organizar los listados por los resultados alcanzados en la calificación. Se dieron casos de jóvenes que estaban entre los aprobados con plaza asignada y se quitaban para, en su lugar, colocar el nombre de los hijos de personas influyentes o con alto poder económico, podía ser por un compromiso político con alguien que aportaría su voto en las elecciones a alguno que se postulaba para ocupar cargos en el gobierno, esa era una de las formas de violar lo establecido en pos de resolver intereses personales.
A esta matrícula de 50 alumnos, se le daba mayor prioridad a la enseñanza pública y una minoría para las escuelas privadas, no obstante, pasado algunos años de constituida la Normal, se admitieron 75 estudiantes, este aumento en la matrícula estaba condicionado por conveniencias e intereses politiqueros[3]. La matrícula de las féminas superaba a la de los varones porque se consideraba que era una carrera más apropiada para mujeres que para hombres.
La escuela se nutría de estudiantes que provenían de diferentes instituciones educacionales: el Instituto de Segunda Enseñanza, maestros en ejercicio con certificado de  habilitados u otros, los que se preparaban en las academias y colegios privados y los que lo hacían por la libre, estos egresaban de la escuela primaria con sexto grado y los que habían cursado la primaria superior, 7mo y  8vo grados, que además debían recibir cursos preparatorios con la ayuda de profesores particulares para poder garantizar satisfactoriamente el examen de ingreso, aunque podía darse el caso de que se auto prepararan y aprobaran. Otros requisitos eran, los de haber cumplido los 14 años de edad, no presentar defectos físicos y tener buena conducta ciudadana, todo esto debía ser avalado por documentos acreditativos. Todos los que optaban por la matrícula debían hacer el examen de ingreso, éste era un requisito indispensable, exceptuando los bachilleres graduados y los maestros certificados legalmente.
El acto oficial de inauguración del plantel fue el 21 de octubre de 1916 y en lo adelante siempre los actos de inicio de curso se hacían el 1º de octubre de cada año, septiembre quedaba para organizar la matrícula y demás cuestiones propias del curso. A los mismos asistían los altos funcionarios del gobierno y los militares, así como los representantes de las diferentes asociaciones. Se acostumbraba a redactar las memorias del curso por el director y eran leídas por el secretario en el acto inaugural. Terminada la lectura los nuevos ingresos juraban la bandera.
Al iniciarse la Escuela Normal, el horario escolar estaba organizado de la siguiente forma: 8 a 5 con receso de almuerzo de 11 a 2. Los turnos de clases eran de una hora.
En el reglamento escolar se incluía el uso del uniforme, fundamentalmente para las hembras, el que consistía en saya azul, blusa blanca y una corbata con listas que se correspondían con el año que cursaba, es decir, primer año una; segundo año, dos; tres para el tercero y cuatro para cuarto, medias blancas y zapatos negros de cordones. Existía, además, el otro uniforme de gala, que consistía en blusa de manga larga, medias finas y zapatos mocasines. También el uniforme para el invierno incluía una chaqueta que no todas podían comprar por el precio alto para aquellos que no tenían posibilidades económicas, Las estudiantes que no  adquirían esta prenda tenían que pasar frío porque estaba prohibido usar otra en su lugar. El largo de la saya se lo verificaban a la entrada de la escuela. Era más rigurosa la disciplina para el uso del uniforme en las hembras que en los varones a los que se les permitía asistir con otras ropas. Para la Educación Física también se exigía estar uniformada con saya pantalón corta, blusa, zapatos deportivos de la misma marca y medias, todo de color blanco.
Los estudiantes resolvían los materiales de estudio y  libros de texto de diferentes formas, mediante préstamos de aquellos que su economía familiar le permitía comprarlos a otros que no tenían esa posibilidad, esto implicaba que el estudiante más pobre debía en un tiempo breve copiar todo para devolverlos a su dueño, otros tomaban papeles de envolturas desechables, copiaban los contenidos de los textos y hacían unos folletos artesanales. Cuando terminaba un curso los que habían comprado sus libros los vendían a los de los cursos siguientes y con ese dinero ayudaban a sus familiares a comprar los nuevos. Había profesores que preparaban folletos en las imprentas para venderlos a los estudiantes porque exigían la comprar del texto, de no ser así le restaban puntos a la calificación del alumno, fundamentalmente en Matemática porque el libro venía acompañado de ejercicios y el profesor exigía un texto nuevo al comenzar el curso por lo que al finalizar firmaba la primera página a fin de que no pudiera ser usado por otros, pero los estudiantes creaban sus estrategias para resolver esta dificultad, por ejemplo, algunos los llevaban a una imprenta le cambiaban la primera página donde firmaba el profesor y quedaba el libro como nuevo. Como en todos los tiempos, había profesores con otro proceder, que lejos de restarles puntos a los alumnos pobres que no podían adquirir el libro les facilitaban el de su propiedad.
Se conocía como “la consecutiva”, el ejercicio final para demostrar los conocimientos adquiridos durante los cuatro años de carrera en el que los estudiantes exponían los elementos didácticos de forma integradora en el proceso de enseñanza aprendizaje con los niños de la enseñanza primaria, casi siempre en la escuela anexa adscrita a la Normal, como aparece referido en párrafos anteriores.
Había asignaturas que ampliaban sus conocimientos mediante la práctica a través de excursiones, entre ellas, Geografía e Historia. Todos los años se realizaban para estudiar un tema determinado, posteriormente el profesor redactaba el informe final.
Los ejercicios de reconocimiento eran evaluaciones parciales y finales que se calificaban y se entregaba a los alumnos el resultado del promedio de los reconocimientos, (lo que ahora sería corte evaluativo), en un documento firmado por el profesor y acuñado, llamado cédula de notificación de examen con la puntuación sobre 100.
Los actos de graduación se hacían en el teatro La Caridad que se engalanaba con una decoración especial para la ocasión. El telón de fondo tenía el logotipo similar al del título de graduado y los estudiantes, que podían participar en este acto, desfilaban por la senda central del teatro, ataviados con elegantes vestuarios de color blanco. Los varones debían llevar una madrina y las hembras un padrino. Alquilaban la toga que completaba el atuendo. Esto era para los de mejores condiciones económicas por lo costoso que resultaba, los más humildes no participaban en estos actos.
Otro episodio significativo en la Normal fue la creación artística de los murales. En el año 1937 el profesor de Artes Plásticas, Domingo Ravenet, ideó un proyecto para la decoración de las paredes de las galerías interiores que rodean al patio central del edificio, para el cual comprometió a un grupo de artistas plásticos que se iniciaban, provenientes de la Academia San Alejandro, considerados como la vanguardia artísticas, que han pasado a la historia como figuras paradigmáticas de las Artes Visuales en Cuba y que dejaron su impronta en los murales que aún perduran, aunque estas obras ya están necesitadas de una intervención restauradora.[4]
En la Escuela Normal las luchas estudiantiles no fueron tan fuertes como las del Instituto de Segunda Enseñanza, no obstante sí se manifestaban contra los desmanes políticos, los abusos de poder, las medidas injustas, de los gobiernos de turno, existen ejemplos significativos como lo ocurrido en la época que gobernaba Gerardo Machado.
El plantel había sido clausurado como lo fueron otros tantos por el régimen de Machado, pero el 12 de agosto de 1933, se produjo el derrocamiento de la tiranía y el 15 de agosto de 1933 fue tomada revolucionariamente la Escuela Normal por los alumnos de la misma, se constituyó el Comité del Plantel, se designó a la Sra. María Josefa Vidaurreta de Marinello, Pepilla, directora del plantel, quien desempeñó el cargo hasta 1934.[5] La Sra. Vidaurreta se nucleó de aquellos profesores de ideas más revolucionaria para constituir el claustro.
Desde inicios del año 1953, comenzaron nuevamente las huelgas en Santa Clara, especialmente las llevadas a cabo por estudiantes de la Segunda Enseñanza del territorio. El clima de intranquilidad y de protestas aumentó cada vez más, la inconformidad se hacía mayor y la represión del régimen también se acrecentaba.
En los primeros días de enero de 1959, en centros como la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara, entre otros, los estudiantes tomaron el plantel y expulsaron a los elementos batistianos y corruptos. De allí se derivó un proceso por la separación de sus cargos de funcionarios y maestros con esas características. También iniciaron un proceso de unidad entre los estudiantes de los planteles: Normal de Maestros, Normal de Kindergarten y la del Hogar para continuar con una nueva escuela Formadora de Maestros Primarios.
En el edificio que ocupaba la Normal concluyeron sus estudios, en 1962 los matriculados en 1958, última graduación pero ya con el título denominado Maestros de Primaria y en el edificio continuó funcionando la enseñanza primaria hasta el momento actual que se encuentra el seminternado Viet Nam Heroico. Durante este período de cambios hubo estudiantes que al llamado de la Revolución, marcharon al Campamento San Lorenzo en la Sierra Maestra para impartir clases a los montañeses y allá culminaron sus estudios pedagógicos.
Otros estudiantes matriculados en 1959 realizaron sus estudios en el edificio que había sido sede de la Normal de Kindergarten (ahora Asamblea Provincial del Poder Popular), en 1961 cuando la campaña de alfabetización, partieron en abril para integrar las Brigadas Conrado Benítez y no concluyeron sus estudios hasta el año 1962 y con ello se cierra esta institución para dar paso a otras vías o alternativas de formación del personal docente que debía atender la masividad que se avecinaba en el sistema educacional cubano.
A todas las modalidades que implantó la Revolución triunfante para formar maestros ante la urgente necesidad de aumentar este personal para poder cubrir las expectativas del proyecto para que no se quedara un solo niño sin escuela y dar la oportunidad a los adultos de estudiar,  los maestros primarios normalistas graduados y formados, respondieron de manera que dejaron en aquella batalla su impronta imperecedera. No obstante la Escuela Normal para Maestros y Maestras no estuvo exenta de los vicios propios de la sociedad, donde predominaban la discriminación racial y social y aunque existía el criterio de que era una escuela para estudiantes de condición humilde, no se tenía esto en cuenta a la hora de cobrar la matrícula o exigir la compra de materiales escolares y uniformes con precios altos, casi imposible de sufragar para gran parte de los estudiantes. En muchas ocasiones los hijos de aquellas familias de las clases privilegiadas recibían beneficios, que a los de la raza negra o de familias pobres no les era dado, no obstante, la disciplina y la calidad de la enseñanza contribuyeron a la formación de una generación de pedagogos que supieron con su labor educativa trasmitir valores y sentimientos de amor e identidad a las siguientes generaciones y por ser una institución insigne en el desarrollo educacional y cultural de la provincia y en especial de Santa Clara, los maestros normalistas rememoraron y celebraron su aniversario cien con todo el júbilo posible.
Notas:
[1]La Escuela Normal desde su fundación en 1916 hasta su extinción en 1962 recibió tres nombres:
Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara debido a que era provincial y en esa fecha la provincia recibía el nombre de Santa Clara. A partir de 1940 cuando por la Constitución de la República cambió por el de Las Villas, la escuela también lo modificó y pasó a llamarse Escuela Normal para Maestros de Las Villas y a partir de 1959 se llamó hasta la última graduación en 1962 de los matriculados en 1958 Escuela de Maestros Primarios de Santa Clara.
[2] Memoria circunstanciada de la constitución y marcha de la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara. (año 1917-1918) Imprenta La Gardenia, Santa Clara, 1918. p.8
[3]Según los intereses de los funcionarios del gobierno o autoridades influyentes que tenían compromisos de resolverles matrículas a hijos suyos o de amistades, etc. también podía referirse a la época de elecciones en que requerían votos y esa era una forma de adquirirlos, mediante el compromiso establecido con los padres de muchachos a los que se les conseguía una plaza de matrícula en la Escuela Normal.
[4] Amelia Peláez, Mariano Rodríguez, René Portocarrero, Ernesto González Puig, Eduardo Abela, Jorge Arche y Domingo Ravenet.
Fuente: Avalos, Machado, Roberto y Alexis Castañeda Pérez de Alejo. Un episodio desconocido de la vanguardia cubana, los murales al fresco de la escuela Normal de Santa Clara. Editorial Capiro, Santa Clara 2000, p 10
[5]   Águila Zamora, Hedy Hermina, et all. Síntesis histórica  municipal de Santa Clara. Editora Historia, La Habana, 2010 p 104

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