Autoras: Hedy Águila Zamora
Esther Almeida Alonso
Como un homenaje a los maestros
normalistas que cursaron sus estudios en la ciudad de Santa Clara, en el
centenario de la fundación de la Escuela Normal para Maestros y
Maestras de Santa Clara[1], se presenta esta síntesis histórica, resultado de los testimonios ofrecidos por ex alumnos de dicha escuela.
Creación y funcionamiento de la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara.
En el período de gobierno de Mario García
Menocal se promulgó una Ley fechada 16 de marzo 1915, en la que se
aprobaba la creación de Escuelas Normales para Maestros y Maestras que
funcionarían en las capitales provinciales. En la provincia de Santa
Clara también se llevó a cabo este proyecto.
El edificio para esta escuela, se
encuentra situado en la calle Paradero frente al parque de los Mártires
próximo a la estación del ferrocarril, entre Maceo y Luis Estévez y por
el fondo la calle Garófalo, el lugar seleccionado estuvo ocupado por
militares en tiempos de la colonia, al finalizar el régimen colonial
quedó el inmueble para una escuela y una vez inaugurada la Normal, el 21
de octubre de 1916, dicha escuela primaria fue reconocida como anexa y
continuó funcionando adscripta a la nueva Normal para Maestros y
Maestras para permitir a los estudiantes normalistas realizar sus
prácticas pedagógicas en ella.
Cuando se inauguró la Escuela Normal en
el año 1916, el edificio actual no estaba terminado; en 1918, al ocurrir
el primer cambio de dirección, el segundo director, Dr. Alberto Andino
Porro, tramitó la terminación del edificio y le fue concedida por la
Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Se construyó el área
que colinda con el ala izquierda hacia la calle Maceo, esquina con San
Pablo (ahora Garófalo), quedó concluido todo el edificio como prescribía
la ingeniería pedagógica. “La Normal y su anexa se alojaron cómodamente
defendidas por 8 pararrayos, adornadas con jardines y con oficinas,
aulas, biblioteca, gabinetes de Física y Química, de Historia Natural,
laboratorios de Paidología, museo pedagógico, sala de conferencias”[2], se construyeron también los servicios sanitarios, ubicados en los laterales a la calle Maceo y se pavimentó el patio central.
El edificio tiene una entrada principal
que era la usada para los estudiantes de la Escuela Normal, hacia la
derecha en la esquina con la calle Luis Estévez se encontraba la de la
escuela primaria anexa, estas aulas ocupaban ambos laterales del
edificio en su interior. Al subir la pequeña escalinata se entra al
recibidor, la dirección estaba y aún permanece hacia la izquierda.
En la planta baja, se encuentran los
espacios que bordean el patio, estos estaban ocupados por la imprenta
de la Asociación de Estudiantes y luego usaron la técnica del mimeógrafo
y los stenciles. También los talleres para la práctica laboral en los
salones de Trabajo Manual (sloyd), donde recibían las clases los
estudiantes varones de la Normal y otro salón para las hembras, cuyas
manualidades estaban dirigidas a que las muchachas aprendieran costura,
cocina, es decir, labores hogareñas.
En el patio central había sembrado un
tamarindo rodeado de un muro donde la mayoría de los estudiantes se
sentaba para merendar o realizar tareas docentes. Al pie del árbol se
vendía merienda, es decir, era el área de recreación y esparcimiento de
los estudiantes, en él realizaban prácticas deportivas y culturales.
El claustro se nutría de profesores
catedráticos con alta preparación, casi todos con el título de doctor y
entraban por ejercicio de oposición convocados por la Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes.
Cuando se inició esta escuela, lo hizo
con 50 alumnos. La matrícula se lograba después de aprobar el examen de
ingreso y si se alcanzaba plaza. Se examinaban Español y Matemática, una
cada día y la opcional era mediante un bombo, una sola que se avisaba
el día antes, A la hoja de examen se le cubría el nombre y apellidos con
una precinta y solo se descubría después de calificado, una vez
aprobado el examen de ingreso se organizaban los listados con las plazas
a otorgar, no todos los aprobados obtenían la plaza, se tenía en cuenta
la calificación. Cuando se indicaba aumentar la matrícula se seguía el
mismo procedimiento de organizar los listados por los resultados
alcanzados en la calificación. Se dieron casos de jóvenes que estaban
entre los aprobados con plaza asignada y se quitaban para, en su lugar,
colocar el nombre de los hijos de personas influyentes o con alto poder
económico, podía ser por un compromiso político con alguien que
aportaría su voto en las elecciones a alguno que se postulaba para
ocupar cargos en el gobierno, esa era una de las formas de violar lo
establecido en pos de resolver intereses personales.
A esta matrícula de 50 alumnos, se le
daba mayor prioridad a la enseñanza pública y una minoría para las
escuelas privadas, no obstante, pasado algunos años de constituida la
Normal, se admitieron 75 estudiantes, este aumento en la matrícula
estaba condicionado por conveniencias e intereses politiqueros[3].
La matrícula de las féminas superaba a la de los varones porque se
consideraba que era una carrera más apropiada para mujeres que para
hombres.
La escuela se nutría de estudiantes que
provenían de diferentes instituciones educacionales: el Instituto de
Segunda Enseñanza, maestros en ejercicio con certificado de habilitados
u otros, los que se preparaban en las academias y colegios privados y
los que lo hacían por la libre, estos egresaban de la escuela primaria
con sexto grado y los que habían cursado la primaria superior, 7mo y
8vo grados, que además debían recibir cursos preparatorios con la ayuda
de profesores particulares para poder garantizar satisfactoriamente el
examen de ingreso, aunque podía darse el caso de que se auto prepararan y
aprobaran. Otros requisitos eran, los de haber cumplido los 14 años de
edad, no presentar defectos físicos y tener buena conducta ciudadana,
todo esto debía ser avalado por documentos acreditativos. Todos los que
optaban por la matrícula debían hacer el examen de ingreso, éste era un
requisito indispensable, exceptuando los bachilleres graduados y los
maestros certificados legalmente.
El acto oficial de inauguración del
plantel fue el 21 de octubre de 1916 y en lo adelante siempre los actos
de inicio de curso se hacían el 1º de octubre de cada año, septiembre
quedaba para organizar la matrícula y demás cuestiones propias del
curso. A los mismos asistían los altos funcionarios del gobierno y los
militares, así como los representantes de las diferentes asociaciones.
Se acostumbraba a redactar las memorias del curso por el director y eran
leídas por el secretario en el acto inaugural. Terminada la lectura los
nuevos ingresos juraban la bandera.
Al iniciarse la Escuela Normal, el horario escolar estaba organizado de la siguiente forma: 8 a 5 con receso de almuerzo de 11 a 2. Los turnos de clases eran de una hora.
En el reglamento escolar se incluía el uso del uniforme, fundamentalmente
para las hembras, el que consistía en saya azul, blusa blanca y una
corbata con listas que se correspondían con el año que cursaba, es
decir, primer año una; segundo año, dos; tres para el tercero y cuatro
para cuarto, medias blancas y zapatos negros de cordones. Existía,
además, el otro uniforme de gala, que consistía en blusa de manga larga,
medias finas y zapatos mocasines. También el uniforme para el invierno
incluía una chaqueta que no todas podían comprar por el precio alto para
aquellos que no tenían posibilidades económicas, Las estudiantes que no
adquirían esta prenda tenían que pasar frío porque estaba prohibido
usar otra en su lugar. El largo de la saya se lo verificaban a la
entrada de la escuela. Era más rigurosa la disciplina para el uso del
uniforme en las hembras que en los varones a los que se les permitía
asistir con otras ropas. Para la Educación Física también se exigía
estar uniformada con saya pantalón corta, blusa, zapatos deportivos de
la misma marca y medias, todo de color blanco.
Los estudiantes resolvían los materiales de estudio y libros de texto
de diferentes formas, mediante préstamos de aquellos que su economía
familiar le permitía comprarlos a otros que no tenían esa posibilidad,
esto implicaba que el estudiante más pobre debía en un tiempo breve
copiar todo para devolverlos a su dueño, otros tomaban papeles de
envolturas desechables, copiaban los contenidos de los textos y hacían
unos folletos artesanales. Cuando terminaba un curso los que habían
comprado sus libros los vendían a los de los cursos siguientes y con ese
dinero ayudaban a sus familiares a comprar los nuevos. Había profesores
que preparaban folletos en las imprentas para venderlos a los
estudiantes porque exigían la comprar del texto, de no ser así le
restaban puntos a la calificación del alumno, fundamentalmente en
Matemática porque el libro venía acompañado de ejercicios y el profesor
exigía un texto nuevo al comenzar el curso por lo que al finalizar
firmaba la primera página a fin de que no pudiera ser usado por otros,
pero los estudiantes creaban sus estrategias para resolver esta
dificultad, por ejemplo, algunos los llevaban a una imprenta le
cambiaban la primera página donde firmaba el profesor y quedaba el libro
como nuevo. Como en todos los tiempos, había profesores con otro
proceder, que lejos de restarles puntos a los alumnos pobres que no
podían adquirir el libro les facilitaban el de su propiedad.
Se conocía como “la consecutiva”,
el ejercicio final para demostrar los conocimientos adquiridos durante
los cuatro años de carrera en el que los estudiantes exponían los
elementos didácticos de forma integradora en el proceso de enseñanza
aprendizaje con los niños de la enseñanza primaria, casi siempre en la
escuela anexa adscrita a la Normal, como aparece referido en párrafos
anteriores.
Había asignaturas que ampliaban sus conocimientos mediante la práctica a través de excursiones,
entre ellas, Geografía e Historia. Todos los años se realizaban para
estudiar un tema determinado, posteriormente el profesor redactaba el
informe final.
Los ejercicios de reconocimiento
eran evaluaciones parciales y finales que se calificaban y se entregaba
a los alumnos el resultado del promedio de los reconocimientos, (lo que
ahora sería corte evaluativo), en un documento firmado por el profesor y
acuñado, llamado cédula de notificación de examen con la puntuación sobre 100.
Los actos de graduación
se hacían en el teatro La Caridad que se engalanaba con una decoración
especial para la ocasión. El telón de fondo tenía el logotipo similar al
del título de graduado y los estudiantes, que podían participar en este
acto, desfilaban por la senda central del teatro, ataviados con
elegantes vestuarios de color blanco. Los varones debían llevar una
madrina y las hembras un padrino. Alquilaban la toga que completaba el
atuendo. Esto era para los de mejores condiciones económicas por lo
costoso que resultaba, los más humildes no participaban en estos actos.
Otro episodio significativo en la Normal fue la creación artística de los murales.
En el año 1937 el profesor de Artes Plásticas, Domingo Ravenet, ideó un
proyecto para la decoración de las paredes de las galerías interiores
que rodean al patio central del edificio, para el cual comprometió a un
grupo de artistas plásticos que se iniciaban, provenientes de la
Academia San Alejandro, considerados como la vanguardia artísticas, que
han pasado a la historia como figuras paradigmáticas de las Artes
Visuales en Cuba y que dejaron su impronta en los murales que aún
perduran, aunque estas obras ya están necesitadas de una intervención
restauradora.[4]
En la Escuela Normal las luchas estudiantiles
no fueron tan fuertes como las del Instituto de Segunda Enseñanza, no
obstante sí se manifestaban contra los desmanes políticos, los abusos de
poder, las medidas injustas, de los gobiernos de turno, existen
ejemplos significativos como lo ocurrido en la época que gobernaba
Gerardo Machado.
El plantel había sido clausurado como lo
fueron otros tantos por el régimen de Machado, pero el 12 de agosto de
1933, se produjo el derrocamiento de la tiranía y el 15 de agosto de
1933 fue tomada revolucionariamente la Escuela Normal por los alumnos de
la misma, se constituyó el Comité del Plantel, se designó a la Sra.
María Josefa Vidaurreta de Marinello, Pepilla, directora del plantel, quien desempeñó el cargo hasta 1934.[5] La Sra. Vidaurreta se nucleó de aquellos profesores de ideas más revolucionaria para constituir el claustro.
Desde inicios del año 1953, comenzaron
nuevamente las huelgas en Santa Clara, especialmente las llevadas a cabo
por estudiantes de la Segunda Enseñanza del territorio. El clima de
intranquilidad y de protestas aumentó cada vez más, la inconformidad se
hacía mayor y la represión del régimen también se acrecentaba.
En los primeros días de enero de 1959, en
centros como la Escuela Normal para Maestros y Maestras de Santa Clara,
entre otros, los estudiantes tomaron el plantel y expulsaron a los
elementos batistianos y corruptos. De allí se derivó un proceso por la
separación de sus cargos de funcionarios y maestros con esas
características. También iniciaron un proceso de unidad entre los
estudiantes de los planteles: Normal de Maestros, Normal de Kindergarten
y la del Hogar para continuar con una nueva escuela Formadora de
Maestros Primarios.
En el edificio que ocupaba la Normal
concluyeron sus estudios, en 1962 los matriculados en 1958, última
graduación pero ya con el título denominado Maestros de Primaria y en el
edificio continuó funcionando la enseñanza primaria hasta el momento
actual que se encuentra el seminternado Viet Nam Heroico. Durante este
período de cambios hubo estudiantes que al llamado de la Revolución,
marcharon al Campamento San Lorenzo en la Sierra Maestra para impartir
clases a los montañeses y allá culminaron sus estudios pedagógicos.
Otros estudiantes matriculados en 1959
realizaron sus estudios en el edificio que había sido sede de la Normal
de Kindergarten (ahora Asamblea Provincial del Poder Popular), en 1961
cuando la campaña de alfabetización, partieron en abril para integrar
las Brigadas Conrado Benítez y no concluyeron sus estudios
hasta el año 1962 y con ello se cierra esta institución para dar paso a
otras vías o alternativas de formación del personal docente que debía
atender la masividad que se avecinaba en el sistema educacional cubano.
A todas las modalidades que implantó la
Revolución triunfante para formar maestros ante la urgente necesidad de
aumentar este personal para poder cubrir las expectativas del proyecto
para que no se quedara un solo niño sin escuela y dar la oportunidad a
los adultos de estudiar, los maestros primarios normalistas graduados y
formados, respondieron de manera que dejaron en aquella batalla su
impronta imperecedera. No obstante la Escuela Normal para Maestros y
Maestras no estuvo exenta de los vicios propios de la sociedad, donde
predominaban la discriminación racial y social y aunque existía el
criterio de que era una escuela para estudiantes de condición humilde,
no se tenía esto en cuenta a la hora de cobrar la matrícula o exigir la
compra de materiales escolares y uniformes con precios altos, casi
imposible de sufragar para gran parte de los estudiantes. En muchas
ocasiones los hijos de aquellas familias de las clases privilegiadas
recibían beneficios, que a los de la raza negra o de familias pobres no
les era dado, no obstante, la disciplina y la calidad de la enseñanza
contribuyeron a la formación de una generación de pedagogos que supieron
con su labor educativa trasmitir valores y sentimientos de amor e
identidad a las siguientes generaciones y por ser una institución
insigne en el desarrollo educacional y cultural de la provincia y en
especial de Santa Clara, los maestros normalistas rememoraron y
celebraron su aniversario cien con todo el júbilo posible.
Notas:
[1]La Escuela Normal desde su fundación en 1916 hasta su extinción en 1962 recibió tres nombres:
Escuela Normal para Maestros y Maestras
de Santa Clara debido a que era provincial y en esa fecha la provincia
recibía el nombre de Santa Clara. A partir de 1940 cuando por la
Constitución de la República cambió por el de Las Villas, la escuela
también lo modificó y pasó a llamarse Escuela Normal para Maestros de
Las Villas y a partir de 1959 se llamó hasta la última graduación en
1962 de los matriculados en 1958 Escuela de Maestros Primarios de Santa
Clara.
[2] Memoria
circunstanciada de la constitución y marcha de la Escuela Normal para
Maestros y Maestras de Santa Clara. (año 1917-1918) Imprenta La
Gardenia, Santa Clara, 1918. p.8
[3]– Según
los intereses de los funcionarios del gobierno o autoridades
influyentes que tenían compromisos de resolverles matrículas a hijos
suyos o de amistades, etc. también podía referirse a la época de
elecciones en que requerían votos y esa era una forma de adquirirlos,
mediante el compromiso establecido con los padres de muchachos a los que
se les conseguía una plaza de matrícula en la Escuela Normal.
[4] Amelia Peláez, Mariano Rodríguez, René Portocarrero, Ernesto González Puig, Eduardo Abela, Jorge Arche y Domingo Ravenet.
Fuente: Avalos, Machado, Roberto y Alexis Castañeda Pérez de Alejo. Un episodio desconocido de la vanguardia cubana, los murales al fresco de la escuela Normal de Santa Clara. Editorial Capiro, Santa Clara 2000, p 10
[5] Águila Zamora, Hedy Hermina, et all. Síntesis histórica municipal de Santa Clara. Editora Historia, La Habana, 2010 p 104
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