Plano que señala el lugar de la fundación, publicado en la Memoria histórica de Santa Clara y su jurisdicción, por Manuel Dionisio González. |
Por: Hedy Águila Zamora
Una vez concluido el acto de la fundación
de la villa de Santa Clara el 15 de julio de 1689 se procedió a la
selección del primer asentamiento lo que ocasionó discrepancias entre el
cura José González de la Cruz y el alcalde, capitán Manuel Rodríguez
Arciniega y sus seguidores. González de la Cruz quería establecer el
caserío más al centro de la hacienda Santa Clara, en un lugar llamado
Guanal y el Capitán escogió el cayo de monte llamado Los Orejanos, en
Sabana Larga, cercano a la periferia de la hacienda en sus límites con
la de Amaro Maleza San Francisco de Maleza, donde las condiciones eran
más favorables por la cercanía a los caudalosos ríos que la rodeaban: La
Sabana (Bélico) y El Monte (Cubanicay). Este criterio fue el
predominante, “señaláronse cuatro leguas planas para la fundación y
egidos”[1] y los inmigrantes remedianos, posterior al acto de fundación,
se trasladaron a dicho lugar que hoy ocupa el Parque “Leoncio Vidal
Caro” y sus áreas aledañas, donde ocurrió oficialmente el asentamiento
de estas primeras familias.
Siguiendo el patrón tradicional para el trazado de una villa que los
españoles acostumbraban en Cuba, acondicionaron una explanada para la
plaza central y abrieron una brecha o camino hacia el este, fue la
primera calle que tuvo Santa Clara, a la que se le llamó Principal[2],
en sus laterales se construyeron las primeras viviendas. Alrededor de la
Plaza se fabricaron algunas que ocuparían los funcionarios del
gobierno, la Casa Consistorial para la reunión o Cabildo y una para la
iglesia[3]. Todas estas edificaciones eran de madera y guano, tipo
bohío, con algunas excepciones[4] y no rebasaban las veinte casas. A
inicios del año 1692, por órdenes del Capitán General de la Isla, se
realizó el trazado de las principales calles de la villa más cercanas a
la plaza.
Para lograr el buen funcionamiento del nuevo poblado, se constituyó
un gobierno provisional formado por cinco miembros, elegidos entre los
fundadores que habían ocupado cargos en el Cuerpo Capitular de San Juan
de los Remedios, Gobernaron hasta que se efectuaron las primeras
elecciones, el 1º de enero de 1690.
Las discordias comenzadas en Remedios con motivos de la selección del
lugar para la traslación continuaron aún después de fundada la villa,
pero ahora los que se quedaron allí querían dos poblados independientes y
los que vinieron para Santa Clara abogaban porque Remedios se
sometiera jurídicamente a ésta lo que ocasionó nuevas rencillas
que llegaron a hechos violentos[5] y protestas no solubles al nivel de
gobierno de la villa, por tanto hubo que comunicarlas al Capitán General
y hasta la Auditoría de Santo Domingo.
La discordia concluyó a finales de 1695 con el dictamen de que Santa
Clara y Remedios fueran dos poblados independientes y que la
documentación del archivo, perteneciente a la fecha anterior a la
fundación, se devolviera a aquella villa. Se produjo en aquel momento
una división político-administrativa en la región central de la Isla, en
la zona que ocupaba la jurisdicción de Remedios, la primera después de
la fundación de Santa Clara. Se trazaron los límites jurisdiccionales y
se distribuyeron las ochenta y tres haciendas que pertenecían a San
Juan de los Remedios, de las cuales pasaron cuarenta y una a la nueva
villa Santa Clara.
Cuando cesaron las discrepancias entre remedianos y santaclareños,
nuevos vecinos llegaron a domiciliarse, por lo que la población fue en
aumento en los tres últimos años del siglo XVII y comenzaron a darse los
primeros pasos hacia el desarrollo. Se instauraron dos establecimientos
propiedad de menestrales, los primeros de este tipo en la villa, una
zapatería de Sebastián Vieira y una carpintería en blanco de Simón
Santos, quienes enseñaban a algunas personas, lo que significó el
comienzo de la enseñanza práctica del oficio en esta villa.
Durante esta etapa se talaron bosques cercanos al poblado para
utilizar la madera, fundamentalmente en las construcciones, el terreno
se fue mercedando en solares a solicitud de nuevos vecinos y las tierras
“ejidas” se aprovechaban en la siembra de frutos menores para el
autoabastecimiento familiar.
Cristóbal de Moya inició un nuevo renglón de la economía en la villa
con la fundación de un ingenio azucarero, el primero en esta
jurisdicción, al que le llamó “San Antonio” en un terreno conocido como
“Las Bocas”. Era un pequeño trapiche de madera movido por caballos, con
caldera de cobre, se abastecía de ocho cañaverales y contaba con una
dotación de cinco esclavos, tenía tres mulas y seis caballos para todo
el proceso industrial”.[6]
La última década que media entre la fecha de la fundación y el
comienzo del siglo XVIII en Santa Clara fue de litigios, asentamiento y
primeros intentos de urbanización, con una economía no azucarera,
demostrado por los datos precarios del único trapiche que existía y sí
caracterizada por una ganadería, aún en vías de desarrollo, así como una
agricultura de subsistencia o autoabastecimiento local y casi o ningún
desarrollo cultural. Es así como se inicia el siglo XVIII en esta región
central de la Isla.
Referencias Bibliográficas
[1]-González, Manuel Dionisio. Memoria
histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción, p 16 Capítulo I,
4ta edición, 1942.
[2]-La Principal también recibía el nombre de calle de los Crímenes,
posteriormente Buenviaje por la ermita del mismo nombre al final de esta
calle, actualmente su nombre oficial es Rolando Pardo pero, el pueblo
continúa llamándola Buenviaje.
[3]-Iglesia Parroquial Mayor demolida en 1923.
[4]-Se construyó otro modelo de casa con techo de guano hasta el
suelo, que posteriormente fue prohibida por el gobierno de la villa por
ser factibles de causar incendio.
[5]- El 12 de enero de 1691, el capitán Luis Pérez de Morales con
una partida de veinte hombres marchó a Remedios, para obligar por la
fuerza a los vecinos a trasladarse a Santa Clara; ante la negativa,
incendio el caserío
[6]- Datos tomados de Hernán Venegas Delgado. “Notas críticas sobre
la economía colonial de Villa Clara (anexo II) en Revista Islas No 81
de 1985 p. 13.
Nota: En las citas se respetó la ortografía original.
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